El proyecto nace para cumplir con tres propósitos sostenibles rescatando comida
El proyecto Robin Food ha nacido con un triple propósito: evitar el excedente de toneladas de alimentos, dar empleo a personas en riesgo de exclusión y generar nuevos productos saludables para su distribución y venta en tiendas a nivel nacional.
Esta iniciativa es el fruto de un acuerdo entre el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) en concreto, su área para el sector agroalimentario, EIT Food, en el sur de Europa- junto con el grupo cooperativo Eroski y la ‘start-up’ RobinGood, dedicada a la comercialización de productos elaborados por personas de colectivos vulnerables.
Mediante esta alianza estratégica se aprovechan excedentes alimentarios, como fruta, leche, verduras y pan, para darles una segunda oportunidad. A la reutilización de esos alimentos, se añade la elaboración artesanal de nuevos productos, realizados con ingredientes de proximidad.
‘Rescatada’ la leche de una granja
El proyecto ha seguido varias fases, dio sus primeros pasos en abril, en pleno confinamiento. El cierre de comedores escolares obligó a muchas empresas productoras (granjas, por ejemplo) a tirar sus productos (ejemplo).
Aquello llevó a RobinGood a buscar una salida para esos excedentes y darles una segunda vida. Sólo en relación a la leche, ya se han ‘rescatado’ 20.000 litros en este último medio año.
Pero el proyecto va mucho más allá. Fruto del acuerdo entre las tres entidades, se consiguió que esa comida destinada a perderse o desaprovecharse se pueda transformar en alimentos sostenibles. Y no solo eso: quien participa en la elaboración de esos productos son personas de colectivos con riesgo de exclusión (dependientes, sin hogar, discapacitados…), de modo que es una vía efectiva para su reinserción laboral y social.
40.000 unidades producidas este año
El resultado son alimentos saludables, sin azúcares añadidos. Entre ellos, se encuentran cremas de verduras, galletas artesanas, así como palitos de pan con zanahoria, barritas de pan con pipas o barritas de pan con queso. Este año 2020 se esperan producir 40.000 unidades de esos productos.
Asimismo, en el proceso se cuida del medioambiente con envoltorios sostenibles, biodegradables y libres de plástico. De hecho, se espera utilizar un total 82.000 envases evitando el uso de plástico.
El último paso de todo este proceso es la distribución de los productos, responsabilidad que recae en la ‘start-up’ RobinGood. Para ello ha contado con la ayuda de Calidad Pascual, que aprovechará su sistema de distribución a nivel nacional. Los primeros puntos de venta donde se podrán ver (y comprar) es en la cadena Caprabo Ràpid en Barcelona, así como en otras tiendas de la capital catalana: Esdemercado, Frooty o Veritas.
Se realizado una investigación de mercado para conocer mejor los consumidores
Además, para asegurar la viabilidad del proyecto, Eroski ha realizado una investigación de mercado que permita conocer mejor los consumidores objetivo que podrían estar interesados en adquirir este tipo de productos 100% sociales.
El proyecto tiene como misión, crear oportunidades laborales y aumentar la contratación de personas en riesgo de exclusión social a través del fomento del consumo consciente y responsable.
El proyecto no solo se ha puesto en marcha en España. En paralelo también se ha activado en Bélgica y Países Bajos, con socios locales como Colruyt, KU Leuven, Okay, Rikolto, EnVie, De Verspillingsfabriek y RISO Vlaams-Brabant.
En estos últimos meses se han producido otras iniciativas similares con un carácter social. EIT Food, cuya misión es fomentar el emprendimiento, la educación y la innovación del sector agroalimentario, decidió durante el confinamiento atender a niños de familias con pocos recursos mediante una iniciativa denominada ‘Los Salvacomidas’. En este proyecto participaron el Banco de Alimentos, la cooperativa Ausolan y varias empresas del sector, y se distribuyeron 60.000 menús saludables.
El Mundo Ecológico / EIT Food, Eroski, RobinGood