Este año está resultando un tanto singular por lo que a lluvia se refiere.
Se han batido records de precipitación acumulada en invierno en muchas localidades de las regiones del Cantábrico y por el contrario, se vive una de las peores sequías de las últimas décadas en amplias zonas del litoral mediterráneo. Dos datos nos pueden ilustrar de lo que estamos diciendo: la localidad pontevedresa de Baiona lleva acumulado 1.100 litros de precipitación desde el pasado 1 de enero; la ciudad de Alicante, por el contrario, apenas se han recogido 15 litros por metro cuadrado en idéntico intervalo. Por encima de las meras interpretaciones climáticas de este contraste está el efecto hidrológico que esta disparidad de lluvias está originando. Y a lo que se ha añadido una primavera seca y cálida.
Desde finales de marzo se han perdido 1.000 hectómetros cúbicos en las reservas de agua embalsada de nuestro país. Si partimos de la realidad de que la primavera es una de las estaciones más lluviosas del año en gran parte de España, lo que indica que las reservas de agua en lugar de reducirse, tendrían que aumentar; y si a ello añadimos que en primavera se produce el deshielo de buena parte de las nieves que se acumulan en nuestras montañas y ese volumen de agua de fusión se añade al agua de lluvia posibilitando, en condiciones normales, el aumento, todavía más, de las reservas de agua embalsada, la reducción de agua disponible en nuestros pantanos en esta primavera de 2014, en una cantidad cercana a los 1.000 hectómetros, supone la confirmación de que estos meses han sido muy secos en gran parte de la península Ibérica.
La comparación de datos con 2013 no ofrece lugar a dudas: en la primavera del año pasado las reservas de agua aumentaron 3.400 hectómetros cúbicos. Este año, como se ha señalado, se han perdido 1.000 hectómetros cúbicos entre marzo y junio. Y ahora viene lo peor. En verano, por el aumento de las demandas agraria y urbano-turística y el fuerte incremento de la evaporación suele reducirse la reserva de agua en España en algo más de 9.000 hectómetros cúbicos. La situación no es nada favorable, especialmente en Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía mediterránea.
Recordemos que el record de “poca” lluvia en la España peninsular lo tiene la ciudad de Murcia, que en 1945 apenas recogió 89 litros en 12 meses. Este año, si la situación no cambia radicalmente en otoño, puede batirse ese dato realmente sahariano.
¿No sería el momento de que se activase plenamente la Comisión Nacional de Sequía y comenzase a establecer escenarios de actuación en los abastecimientos de agua para el próximo otoño?
Jorge Olcina
Catedrático de Análisis Geográfico Regional
Universidad de Alicante