Ecologistas en acción detecta plaguicidas disruptores endocrinos detectados en alimentos
El objetivo del informe de Ecologistas en Acción ‘Directo a tus hormonas. Residuos de plaguicidas en alimentos españoles’ es visibilizar en qué medida los alimentos exponen a las personas a plaguicidas tóxicos.
En esta edición, el estudio se amplía para informar sobre la contaminación con plaguicidas no autorizados por Europa y con los candidatos a ser sustituidos por su elevada toxicidad, además de con los plaguicidas que afectan al sistema hormonal o disruptores endocrinos.
En el año 2020, según los análisis del Programa de Control de Residuos de Plaguicidas, recopilados por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), los alimentos españoles contenían restos cuantificables de 125 plaguicidas diferentes.
Las frutas y verduras son el grupo más contaminado
De ellos, 57 (58 si incluimos el DDT) son disruptores endocrinos, 64 no están autorizados y 13 son candidatos a ser sustituidos por las autoridades. Aunque el límite legal permitido para cada plaguicida solo se superó en el 1,75% de los alimentos analizados, preocupa que el 35% de las muestras tuviera uno o más plaguicidas con toxicidad desconocida.
Como cada año, las frutas y verduras son el grupo más contaminado, con 117 plaguicidas que contaminan el 41% de las muestras. Los dos alimentos con más residuos fueron las naranjas, con 36 sustancias diferentes y los pimientos dulces, con 27.
Ecologistas en Acción denuncia que España, el Estado europeo líder en ventas de plaguicidas, es también el que peor información pública proporciona sobre su presencia en alimentos.
Necesidad de reducir la dependencia a los plaguicidas
Solo analiza 3,26 muestras por cada 100.000 habitantes frente a la media europea de 17,25. Además, los últimos años ha reducido el número de muestras realizadas en busca de residuos de plaguicidas.
Con estos resultados, es imprescindible reducir la dependencia a los plaguicidas de la agricultura y fomentar el cambio a una agricultura agroecológica; dar información más representativa a la población, incluyendo los plaguicidas que se emplean en mayores cantidades, como el cancerígeno prohibido 1,3 dicloropropeno o el glifosato.
Así mismo, es relevante controlar los permisos excepcionales a plaguicidas no autorizados; y evaluar las sustancias candidatas para sustituirlas progresivamente con sus alternativas existentes. Solo así cumplirá el objetivo de reducción de un 50% del uso y riesgo de los plaguicidas químicos marcado por Europa para el 2030.
El Mundo Ecológico / Ecologistas en Acción