Sus informes, conocidos como Informes de Evaluación, son la base científica de las negociaciones internacionales sobre cambio climático en Naciones Unidas, y la razón de ser para la puesta en marcha de acciones para la reducción de emisiones. El último hasta ahora es el Cuarto Informe de Evaluación que se aprobó en Valencia en 2007, y en estos momentos hay un intenso trabajo en marcha para que a principios del año que viene se empiecen a conocer los resultados del próximo informe, comenzando con los impactos esperados y los aspectos científicos. El informe completo, y lo más importante, el Resumen para Responsables de Políticas (que se acuerda palabra por palabra por los países) no estará listo hasta finales de 2014 (las distintas áreas temáticas se van publicando progresivamente), justo a tiempo para dar a conocer con nuevos resultados científicos, las negociaciones sobre un nuevo régimen internacional a partir de 2020 en las que se está empezando a trabajar este año en el contexto de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y que deberán finalizarse en 2015. Aunque no se conocen cuáles son los mensajes concretos que saldrán de este informe, una abrumadora mayoría de científicos prevé que sean mucho más duros y dramáticos que en el anterior, confirmando así la urgente necesidad de poner en marcha medidas ambiciosas para reducir las emisiones de gases invernadero a gran escala.
La campaña de descrédito del IPCC se inició a través de una filtración de unos correos electrónicos de la Universidad de East Anglia, en Inglaterra que fueron utilizados por científicos y escépticos en general que consideran que el cambio climático no tiene una base científica rigurosa que sustente la necesidad de poner en marcha medidas. Estos escépticos climáticos argumentaban que estos correos eran una prueba de la manipulación de un grupo de científicos a favor de la teoría del cambio climático antropogénico (que tiene origen en las actividades humanas) para mantener además a los científicos contrarios a esta teoría fuera de la literatura basada en la revisión por pares (como es el caso del IPCC, en el que los informes preparados por los autores líderes de cada tema son revisados por un conjunto de revisores internacionales) y poder presentar así una teoría como si fuese irrefutable sin hacer frente a ninguna oposición. Ya antes había habido ciertos científicos que cuestionaban algunas de las afirmaciones de los informes por falta de rigor científico.
Estos hechos acabaron en una intensa revisión a fondo de los procedimientos del trabajo del IPCC, ya de por sí complejos y exhaustivos, para garantizar los procesos y la fortaleza de sus resultados. Este proceso ha llevado un par de años y se está todavía trabajando para poner en marcha todas las recomendaciones propuestas por una organización independiente que se ha encargado de analizar todos los procedimientos y políticas del IPCC.
¿Por qué cuento todo esto? Porque recientemente ha salido a la luz un nuevo escándalo relativo a la ciencia del cambio climático, pero del otro lado. Una filtración de documentos del Instituto Heartland, thinktank neoliberal con sede en Chicago, foro de escépticos climáticos y fundamentalmente en contra de cualquier tipo de regulación medioambiental, muestra su estrategia de recaudación de fondos con los que financiar sus actividades basadas en la negación del cambio climático, lo que apunta a un esfuerzo coordinado de crear una realidad alternativa en materia de cambio climático -negacionista, por supuesto- con la que influenciar las políticas en esta área. Entre los documentos se ha encontrado información sobre los intentos del Instituto para introducir en las escuelas material contra la ciencia establecida del cambio climático, sobre el papel del mismo como fuente de financiación de una red de expertos y bloggers muy activos en campañas para desacreditar la ciencia climática o información sobre un donante anónimo que contribuyó en 2008 con 4,6 millones de dólares a su funcionamiento y los vínculos entre sus fuentes de financiación y un billonario (Charles Koch) cuya fortuna se basa en el negocio del petróleo. Todo ello, muy interesante.
Todo esto muestra la existencia de fuertes intereses detrás de aquellos que niegan la existencia de un cambio climático causado por el hombre, muchas veces derivados de intereses económicos y no tanto de cuestiones medioambientales. Y estos intereses que cada vez se están haciendo más patentes en un contexto marcado por la crisis actual, el crecimiento del proteccionismo económico y político y el miedo a cambios en los patrones de desarrollo podrían suponer alternativas al sistema económico actual basado en el consumo intensivo de energía con origen en los combustibles fósiles. Hay muchos países, y muchas empresas, cuyo negocio se basa en el petróleo y centran sus intereses única y exclusivamente en mantener su política con estrategias cortoplacistas. Sin embargo, la existencia de nuevas opciones con mayores potenciales a largo plazo (teniendo en cuenta además, que el petróleo es un recurso escaso y con un futuro limitado) se está abriendo paso.
Es necesaria una fuerte apuesta política por nuevas maneras de desarrollo sostenible y respetuosas con el medio ambiente que ofrecen nuevos espacios de negocio. Algunos países, cuya economía se basa en el petróleo, ya se han dado cuenta y están haciendo importantes inversiones en el desarrollo de fuentes de energía renovable, pero todavía existe un importante lobby con fuertes intereses económicos que está trabajando de manera muy activa y eficiente en cuestionar el cambio climático y la necesidad de tomar medidas para reducir las emisiones y la dependencia energética del petróleo, algo muy preocupante.