Las empresas de cosmética natural tienen una larga tradición en la gestión de la sostenibilidad.
Dicha gestión abarca desde el aprovisionamiento sostenible de la materia prima y el comercio justo hasta la protección del medio ambiente con envases sofisticados y soluciones logísticas respetuosas con el medio ambiente, pasando por el procesamiento ecológico.
Cooperación con agricultores y recolectores
Las materias primas para la cosmética natural provienen a menudo de proyectos iniciados por los fabricantes y se basan en una cooperación a largo plazo con los agricultores y los recolectores. En los países de origen se promueven a menudo también proyectos ecosociales, por ejemplo, mediante programas de educación y salud que benefician a regiones enteras.
Desde la producción de aceite de argán y aguacate hasta la elaboración de manteca de karité y extracto de hierba de limón, pasando por la extracción de aceite de granada y de rosa, hay ejemplos de las mejores prácticas de todos los continentes. De esta manera pudo realizarse en los últimos diez años la conversión a cultivo ecológico de alrededor de 10.000 hectáreas en todo el mundo.
Comercio justo
Muchas empresas, sin embargo, no solo apuestan por las relaciones comerciales con los cultivadores y el apoyo de la población en los países en desarrollo, sino que además se comprometen con proyectos de utilidad social en su propio país apoyando a asociaciones locales y proyectos sociales así como a fundaciones nacionales.
El karité que René Furterer incluye en su cuidado Noche capilar (26 €) llega desde Burkina Faso, el corazón de África. Gracias a la colaboración con una pequeña manufactura burkinesa se obtiene un principio activo de excelente calidad (certificado Ecocert Bio y ESR -Equitativo, Solidario, Responsable), pero lo más importante es que se realiza mediante un comercio justo que ayuda a desarrollar la economía de Toussiana, la pequeña aldea donde se recolecta el Karité Ético.
La marca de alta cosmética natural ecológica Tasia Mani, cuenta con procesos integrales que respetan la tierra, la naturaleza y los animales. Suman al comercio justo el aceite del árbol de argán de Marruecos cultivado en una reserva de la biosfera y se comercializa con una cooperativa femenina, lo que contribuye a apoyar el desarrollo económico local y el empoderamiento de la mujer, dándole así el papel protagonista que merece en este tipo de comunidades.
Procesamiento sostenible
Además de un abastecimiento sostenible y de la “ayuda a la autoayuda” in situ, también reviste una especial importancia el procesamiento conciliador con el entorno. Tanto en la producción como en el envasado, las empresas apuestan por la protección ambiental en todos los niveles, así como por una reducida huella de CO2.
Por ejemplo Aveda basa su producción al 100% en la energía eólica. Con la compra de energía eólica, Aveda compensa el 100% de la electricidad utilizada en su principal planta de producción en Minnesota, en sus oficinas centrales y en el Instituto de Minneápolis. Así, reducen su huella de carbono, ya que para generar energía eólica no se realizan emisiones a la atmósfera, como el dióxido de carbono y el dióxido de azufre, no se utiliza agua y tampoco se necesita un tratamiento de agua durante la producción.
Algo más que reciclar
El uso de la energía verde es una obviedad para los fabricantes de cosmética natural. Cada vez se utilizan más botellas reciclables innovadoras o tarros hechos de materias primas renovables; prescindir de un envase exterior es otra manera de evitar residuos.
Dry Remedy Daily Moisturizing Oil combina en su envasado el PCR y el bioplástico en un mismo tubo que proviene fundamentalmente del etanol de la caña de azúcar, un recurso sostenible y rápidamente renovable.
Mayte Martínez
Editora de Belleza eres tú