España es el segundo país en el mundo en organizarse como grupo en torno al movimiento económico-social basado en los paradigmas de la nueva economía
Dos años después de que el movimiento económico y social de la Economía del Bien Común (EBC) aterrizara en España llegó el momento de convertirse en una asociación federal. Es lo que han logrado cientos de voluntarios, miles de simpatizantes y empresas y que han votado que la sede de la Asociación será Valencia durante los dos primeros años.
La constitución de la asociación contó con el apoyo del fundador, el economista austriaco Christian Felberquien se mostró muy ilusionado con “el interés que despierta nuestro modelo, y honrados por haber sido parte de este proyecto pionero en el mundo de incorporar los fundamentos de EBC como nuevo paradigma de una sociedad más justa y con unos valores basados en la felicidad y bienestar colectivos en lugar de la búsqueda del beneficio económico”.
La Economía del Bien Común (traducción al español de Gemeinwohl-Ökonomie), es un proyecto económico abierto a las empresas y promovido por Felber y más de 1.000 voluntarios comprometidos con la difusión y evolución de una verdadera economía sostenible y alternativa a los modelos del capitalismo y el comunismo que han quedado obsoletos.
El movimiento internacional representado en más de 20 países cuenta hoy en día con unas 1.400 empresas simpatizantes de todos los tamaños, desde autónomos o micropymes con 1 trabajador hasta organizaciones que superan los 2.000 trabajadores. Además se han sumado más de medio centenar de políticos, instituciones públicas, bancos, así como municipios y regiones. Sin olvidar las 171 Asociaciones que, de una forma u otra, vinculan su actividad a los criterios de la Economía del Bien Común.
La economía del bien común se rige por una serie de principios básicos que representan valores humanos: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión, entre otros. En la economía real actual se mide el éxito económico con valores o indicadores monetarios como el producto interior bruto y los beneficios que dejan fuera a los seres humanos y al medio en el que vivimos. Estos indicadores no nos dicen nada sobre si hay guerra, se vive en una dictadura, si sobreexplotamos el medio, si se respetan los derechos humanos, etc. De la misma manera que una empresa tenga beneficios no nos indica nada sobre las condiciones de sus trabajadores ni sobre lo que produce ni cómo lo produce.
El balance del bien común mide como una empresa vive: la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica, la democracia con todos los agentes económicos.