Creemos que los planes de la Comisión Europea no cambiarán la percepción de los principales inversores que buscan productos de inversión sostenibles. Hoy en día, este tipo de inversores coindice al considerar a la la energía nuclear como un criterio de exclusión en sus productos sostenibles, al igual que ocurre con el carbón, el petróleo o incluso con todos los combustibles fósiles, incluido el gas. Normalmente se establecen umbrales del 5 al 10%. Hasta ahora, no hemos observado ninguna señal de nuestros clientes de que esta intención vaya a cambiar significativamente.
Cualquiera que sea el resultado de la regulación de la taxonomía, esperamos que se llega a una situación en la que las gestoras de activos podrían informar de un porcentaje de alineación de la taxonomía en dos niveles -uno sin y otro con la contribución del gas y la energía nuclear- sólo para seguir siendo transparentes hacia sus clientes y dejarles optar por su preferencia sobre lo que es «verde». Esto también es crucial para no socavar la confianza en todo el concepto de divulgación del SFDR.
Un aspecto positivo de esta controvertida propuesta es que abre el debate sobre el difícil y delicado periodo de transición actual hasta que las renovables (sin gas natural ni nuclear) puedan cubrir todas las necesidades de energía.
En este contexto, seguimos buscando inversiones en empresas eléctricas que presenten una estrategia de transición responsable. En nuestra opinión, esto consiste en canalizar la mayor parte de las inversiones (CAPEX) hacia nuevas capacidades renovables mientras se mantienen operativas las centrales eléctricas convencionales (principalmente de gas y nucleares, desplazando en primer lugar a las de carbón) como reserva esencial de apoyo mientras sea necesario para una región determinada.
Por tanto, creemos que el debate debería centrarse más en la planificación de un periodo de abandono significativo y seguro de las centrales nucleares que en las inversiones en nuevos proyectos caros y largos. De todos modos, estos proyectos llegarán demasiado tarde para ayudarnos a superar algunos de los cuellos de botella actuales. Tal vez los únicos proyectos que tengan sentido sean algunos proyectos de centrales de gas como apoyo para los picos de demanda de energía, posiblemente en combinación con la captura, utilización o almacenamiento de carbono.
Desde el punto de vista económico, no tenemos dudas de que no habrá ningún resurgimiento de la energía nuclear. El potencial de reducción de costes y escalabilidad de la electricidad solar y eólica -incluso con una gestión mejorada de las baterías y la energía- es demasiado sólido y la realización de los proyectos es mucho más rápida, por lo que no es necesario ningún proyecto arriesgado basado en la energía nuclear.
Matthias Fawer, analista ESG y de evaluación de impacto de Vontobel