En mi empresa usar iluminación LED en vez de iluminación tradicional consigue que ahorre 80€ al mes, es decir 960€ al año. Las placas solares consiguen que ahorre el 90% del coste que supone calentar el agua de la calefacción. Con mi vehículo eléctrico estoy dejando de gastar unos 150€ al mes en gasolina, 1.800€ al año. El reciclaje de papel de mi oficina me cuesta unos 20€, pero me supone un ahorro de tiempo en destrucción de información confidencial de aproximadamente unos 15 minutos al día, lo que hace unas 62 horas y media al año, más de mes y medio de sueldo de un empleado.
Números, cifras y cuentas. Si el capitalismo es un sistema basado en la competencia y el beneficio, ser eficiente y tener un modelo de gestión sostenible es la manera más rentable de gestionar un negocio.
Muchas empresas llevan años haciendo un gran esfuerzo por transmitir su compromiso social y la importancia que le dan al cuidado del medio ambiente. Los departamentos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) crecen como setas y cada vez acumulan más recursos. La implicación para frenar el cambio climático hace que casi todas las empresas sean verdes y ecológicas. Se plantan árboles, se crean programas de voluntariado y se crean tarifas especiales para parados y jubilados.
Pero la realidad es que la mayoría de estos esfuerzos son un cuidado y planificado trabajo de imagen. Un esfuerzo de marketing destinado a lavar la cara a las compañías. Acciones cuya misión es crear empatía con el cliente para hacerse marcas y empresas más amigables. Este trabajo de branding (proceso de hacer y construir una marca) es rentable, pero se queda en la parte más superficial de la estrategia empresarial.
Actualmente las acciones a desarrollar la sostenibilidad se deciden en las reuniones comerciales y de marketing. Hasta que estos temas no pasen a la agenda de los directivos de la compañía en sus estrategias de gestión a medio plazo, no se estará tomando del todo en serio. Para llegar a este punto es imprescindible que de la imagen se pase a los números. Cuando se vea la eficiencia energética, el uso eficaz de los recursos y la gestión de residuos, el compromiso con las condiciones laborales de los empleados, el aprovechamiento del tiempo y el cuidado del entorno como un elemento clave de competitividad, como forma de ganar dinero, la sostenibilidad se convertirá en una realidad.
Por evidente que suene, es importante recordarlo, el capitalismo defiende el capital. Las empresas tienen como objetivo ganar dinero. Cuando las compañías se den cuenta que ser sostenible aumenta el beneficio, todos empezarán a cambiar. Pero los que lleguen tarde competirán en desventaja.