Ávit-a permite aprovechar los residuos con la economía circular y la reducción de la huella de carbono
Producir justo lo que se necesita, en el momento oportuno, cuidando los estándares de calidad y sin desperdiciar recursos son algunas de las claves hacia las que evoluciona el sector constructor actual a medida que se avanza hacia la industrialización de los procesos.
Una serie de factores que impactan de manera directa en las nuevas formas de edificar y que aporta beneficios cuantificables a todos los actores que intervienen en la cadena de valor, desde el diseño hasta la entrega, pasando por la fabricación y posterior mantenimiento de los activos.
Construcción industrializada
“La construcción industrializada es el futuro hacia el que evoluciona el sector. Y no solo a la hora de construir en el sentido más estricto de la palabra por ser una nueva forma de fabricar, sino por las innumerables ventajas que ofrece a lo largo de todo el proceso».
«Es decir, la industrialización es patente desde que se conceptualiza y diseña un proyecto hasta el final de la vida útil del edificio”, afirma José Ignacio Esteban, director general de Avintia Industrial que nace con el objetivo de lograr que cerca del 100% de los elementos del proyecto constructivo sean industrializados; es decir, lleguen a la obra listos para ser ensamblados o vengan integrados en la estructura de fábrica.
Ávit-a va un paso más allá en esa planificación del proyecto, ya que integra en su ecosistema de partners a los principales actores del sector abarcando todos los elementos que forman el inmueble.
Trabajo colaborativo
Desde la estructura hasta los dispositivos electrónicos inteligentes para internet de las cosas (IoT), pasando por acometidas, aislamientos, acabados, solados, cerramientos, sanitarios, sistemas de aireación, climatización, protección contra incendios, control de accesos, etc.
Y, todo ello, de la mano de grandes firmas como Saint Gobain, Schneider Electric, KÖMMERLING, Wallex, Daikin, Orona, LG, Baxi, Jacob Delafon, Aclimar / A360, Soler & Palau, Sika, Aldes, Gerflor, RIB e ILOQ.
Esta fórmula de trabajo colaborativo permite reducir costes, plazos, siniestralidad laboral, generación de residuos e impacto en el medioambiente, entre otros beneficios. Hechos que eliminan las ineficiencias del sistema tradicional al estar digitalizado todo el proceso y concentrarse en fábrica un alto porcentaje del proceso constructivo, que irá in crescendo.
Proyectos medidos al milímetro
Así, con unos proyectos medidos al milímetro, productos estandarizados y siguiendo procesos industriales, cada fabricante puede iniciar antes, y con una mejor planificación, su producción, conociendo en qué momento exacto del proyecto intervienen, con la seguridad de que cada pieza encajará en la estructura y con la garantía de que en el proceso se respetarán las características para las que ha sido concebido dicho producto, como el aislamiento térmico o acústico.
“En este sentido -señala J. Ignacio Esteban-, la planificación y la estandarización de los procesos bajo la metodología industrial, no solo reduce en un 30% los plazos de entrega, sino que trae consigo una eficiencia enorme, difícilmente cuantificable, por todo lo que implica”.
“Por poner un ejemplo: en la colocación de ventanas o ascensores, en ocasiones nos encontramos con que el hueco final en la obra tradicional no coincide con las medidas estipuladas en el proyecto, por lo que hay que rehacer estos elementos o improvisar soluciones que restan calidad y prestaciones preestablecidas para el producto final. Esto implica, además, grandes ineficiencias en el empleo de recursos y tiempo”, explica.
Disminución de los residuos
La planificación implícita de la construcción industrializada permite también modificar los modelos de compra y trabajar “just-in-time”, produciendo los materiales de acuerdo con el proyecto y en el momento oportuno, lo que repercute directamente en la menor generación de residuos.
En la obra tradicional, más del 50% de los residuos son cerámicos (provenientes de ladrillos y azulejos), en la construcción industrializada, al no generar gran parte de estos desperdicios y gestionar su reutilización, se reducen en un 60% el total de residuos.
“Al hablar de esta reducción de los residuos debemos tener en cuenta los recursos (hídricos, energía, materia prima, etc.) empleados en la producción de ese material que acaba en la cubeta de obra y que, con la construcción industrializada, no estaremos empleando”, puntualiza Jose Ignacio Esteban.
Asimismo, con Ávit-a, ese material sobrante puede reincorporarse en la cadena de producción gracias a la colaboración entre partners, dando lugar a la economía circular y disminuyendo aún más la huella de carbono de la construcción industrializada.
El Mundo Ecológico / Avintia