Ecologistas en Acción exige medidas para afrontar fenómenos meteorológicos extremos, ya que se prevén cada vez más frecuentes
Las nevadas intensas durante los meses de invierno son fenómenos meteorológicos comunes, que se han repetido históricamente. Los registros muestran grandes nevadas que se producen recurrentemente en nuestro territorio, y cada cierto tiempo se ven fenómenos excepcionales como el de Filomena.
Por ello, Ecologistas en Acción destaca que se debe diferenciar entre estos casos y la tendencia que indica la suma de esta variabilidad diaria, mensual y anual, lo que se conoce como clima. Esta comprensión permite entender cómo se regulan importantes ciclos planetarios que configuran los ecosistemas.
La organización ecologista recuerda que la ciencia es clara y apunta que nos dirigimos hacia un clima en el que los eventos meteorológicos extremos serán cada vez más frecuentes e intensos. En la lista de esos eventos en las regiones templadas del planeta no solo están las olas de calor o las sequías, sino también las lluvias torrenciales, las olas de frío y las fuertes nevadas.
Calentamiento de la estratosfera
El calentamiento global está afectando a los patrones de circulación de las corrientes atmosféricas. Como muestran los datos recogidos por un estudio de la Universidad de Bristol, el súbito calentamiento de la estratosfera ha generado un cambio de la circulación del vórtice ártico y el debilitamiento de la corriente en chorro, cuya consecuencia es la llegada de un frente muy frío a latitudes más al sur de lo habitual. Ello ha provocado, al encontrarse con una masa de aire más cálida y húmeda, las intensas nevadas.
Ecologistas en Acción subraya que estos cambios en la circulación llevan tiempo viéndose afectados como consecuencia de la continua liberación de gases de efecto invernadero (GEI) provocadas por la acción humana.
“Un hecho que debería elevar aún más la urgencia de afrontar la emergencia climática que los gobiernos, incluido el español, llevan tiempo desoyendo, al proponer objetivos climáticos muy alejados de las indicaciones científicas”, afirma la organización ecologista.
Por una actuación integral para prevenir y responder estos fenómenos
Para Ecologistas en Acción reducir las emisiones de CO2, y alcanzar en nuestro país la neutralidad en 2040, tal y como recomienda el criterio científico, es un primer paso obligado para combatir el cambio climático y sus efectos más adversos. Pero también es imprescindible prever la llegada de fenómenos extremos y saber responder a ellos de manera integral.
La borrasca Filomena y la ola de frío que le ha seguido en la península ibérica, ha puesto de manifiesto la necesidad de planificar y actuar en la organización de ciudades y pueblos.
Ecologistas en Acción señala algunos ámbitos en los que es necesario incidir:
· Acceso a electricidad. Las intensas nevadas han agravado la situación de vulnerabilidad de numerosas familias, muchas de las cuales han sufrido especialmente los efectos de la COVID–19. Empresas como Naturgy siguen manteniendo a cientos de familias de los sectores V y VI de la Cañada Real de la ciudad de Madrid sin acceso a electricidad, lo cual es una vulneración de los derechos humanos que pone en riesgo la vida de estas personas.
El poder de las empresas del oligopolio energético y la falta de reformas estructurales han provocado que la tarificación eléctrica triplique el precio del kilovatio en menos de una semana en plena ola de frío.
Avanzar en la descarbonización
Avanzar en una completa descarbonización del sistema energético, eliminado el gas y la energía nuclear, así como suspender el actual sistema marginalista de fijación del precio de la luz, son medidas clave para responder mejor a circunstancias tan complicadas como estas nevadas.
· Alimentación. Eventos climáticos extremos como la borrasca Filomena tienen grandes repercusiones en los sistemas agroalimentarios. Por ejemplo, pueden dificultar la producción agraria, por exceso de nieve o hielo durante demasiado tiempo en zonas con cultivos no adaptados a temperaturas extremas. También pueden causar accidentes a rebaños ganaderos extensivos por avalanchas o riadas. Por otro lado, la enorme dependencia del transporte del sistema agroalimentario convencional queda patente cuando el bloqueo de carreteras genera un desabastecimiento generalizado.
· Arbolado. En muchos municipios también se ha puesto de manifiesto el destrozo de arbolado. Este hecho muestra que el arbolado urbano no está preparado para eventos extremos, más cuando están debilitados por años de maltrato. Sistemas radiculares débiles, podas irracionales y malas plantaciones no ayudan a su fortaleza y estabilidad.
Es preciso preparar los árboles urbanos para el cambio climático, bien plantando una especie arbórea o arbustiva adaptada, adecuando el programa genético de cada especie a las características concretas del entorno donde se va a desarrollar. Estas nuevas plantaciones deben ser diversas y evitar las alineaciones monoespecíficas.
· Movilidad. La nevada ha dejado fotos de grandes avenidas libres de coches, y da una idea de cómo podrían ser las ciudades si los coches no ocuparan casi todo el espacio. No obstante, ha sido llamativo que se haya priorizado la limpieza de los viales y no de las aceras, a pesar de lo peligroso que resulta desplazarse bajo cornisas de hielo y pisando nieve compactada.
· Agua. La cimentación de rieras y el almacenamiento de sedimentos en los embalses, al impedir la circulación de arenas y sedimentos, causan un grave impacto ambiental al perderse el equilibrio natural entre la costa y el mar. La planificación hidrológica debe considerar de forma integral las aguas superficiales continentales, de transición, las costeras y las subterráneas, previniendo el deterioro adicional para proteger y mejorar el estado de todos los ecosistemas acuáticos. Por otra parte, el uso de sal en calles y carreteras, restringido e incluso prohibido en algunos países, está salinizando acuíferos.
· Residuos. En comunidades como Canarias la borrasca Filomena ha dejado en evidencia la mala gestión de los residuos. El vertedero de Zonzamas, en Lanzarote, ha inundado de plástico uno de los yacimientos arqueológicos más ricos de las islas. Se limpió gracias a la colaboración ciudadana. En Gran Canaria la borrasca ha provocado daños del vertido de combustible del barco de la compañía Fred Olsen, encallado desde hace días en el puerto de Agaete, una zona de alto valor ambiental y pesquero.
· Fauna y caza. La fauna ha sufrido una alta mortandad. A esto se añade la dificultad de encontrar alimento para determinadas especies, lo que sumado a las limitaciones en la movilidad provoca que sean un objetivo aún más fácil de lo habitual para las diferentes actividades cinegéticas.
Se debe dotar un fondo extraordinario encaminado a ayudar en la reparación de todos los daños que han sufrido las instalaciones de recuperación de fauna silvestre y de protectoras de animales domésticos. Los daños, como roturas de voladeros, jaulones o comederos, han sido importantes.
· Mundo rural. A pesar de que la atención mediática se ha centrado en la ciudad de Madrid, no solo los grandes municipios se han visto afectados por Filomena. También los núcleos rurales han sufrido nevadas, cortes de suministros, cierre de colegios, calles y caminos cortados por nieve y hielo, personas mayores sin poder salir de casa, etc.
Ecologistas en Acción denuncia, una vez más, el abandono que sufre el medio rural por parte de las administraciones, y que ha quedado de manifiesto con la borrasca. “No obstante, la solidaridad y el cuidado entre generaciones se ha hecho patente en pueblos y ciudades”, concluye la organización ecologista.
El Mundo Ecológico / Ecologistas en Acción