El crecimiento de la población mundial, la disminución de los recursos que constituyen las materias primas, las amenazas a la biodiversidad y el cambio climático está llevando a actuar con responsabilidad a muchos sectores de nuestra sociedad, entre ellos el mundo de la cosmética.
Tal y como muestran los datos de mercado, año a año crece el volumen de ventas de productos de belleza verdes. En el Salón Monográfico Internacional de Cosmética Natural Vivaness, quedó patente que la industria cosmética se está volviendo cada vez más “verde”. Esto se debe, por un lado, a la legislación y condiciones cada vez más estrictas en cuanto al medio ambiente y en relación con la biodiversidad y, por otro lado, porque los defensores de los consumidores y las organizaciones medioambientales también plantean reivindicaciones en este sentido. No obstante, asume también un papel de creciente importancia el hecho de que los propios consumidores nos estamos volviendo más concienciados.
Más allá del simple uso de producto natural
El aceite de palma se utiliza con mucha frecuencia en la fabricación de cosméticos. Si resulta que la valiosa selva acaba siendo víctima de la utilización de una materia prima natural y se expulsa de allí a los pueblos indígenas, eso no es coherente con una producción cosmética sostenible. Tanto la investigación como el desarrollo han de ser innovadores y buscar alternativas razonables, justas y sostenibles. No se quiere ni la sobreexplotación de la naturaleza ni la explotación de los pequeños campesinos en el tercer mundo, sino relaciones justas o, mejor aún, favorecer a los más débiles social y económicamente así como extender a todo el planeta la agricultura ecológica. En esta línea es en la que están trabajando de forma muy activa las empresas de cosmética natural.
Además, también asumen un cometido social, pues el cliente del mañana desea transparencia, que se encarnen verdaderamente los valores perseguidos y que se respete el medio ambiente. Los estudiosos de tendencias detectan que el consumo del futuro será más justo y orientado a los propios valores. Los análisis de ciclo de vida revelan en sus resultados que, actualmente, los consumidores del mundo occidental, a través de su comportamiento de compra y consumo, propician en gran medida la contaminación del medio ambiente. Por eso también también nos toca a nosotros modificar de conducta.
Un número cada vez mayor de personas se está dando cuenta de esto y está dispuesto a cambiar su comportamiento. Por otra parte, los fabricantes de cosméticos naturales ya están en una búsqueda continua de soluciones para configurar la producción y los envases de forma más sostenible. Por eso, en las normas de certificación convencionales para cosméticos naturales controlados figuran, además de exigencias con respecto a los componentes, pautas para que los envases de los cosméticos naturales sean lo más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente que sea posible.
Cosmética vegana, en ocasiones nos aleja de lo natural
Hay muchos productos sin componentes animales, puesto que en general hay muy pocas sustancias de ese tipo que estén permitidas. Sin embargo, la miel, la cera de abeja y la grasa de lana siguen siendo componentes muy importantes para la cosmética natural. Pero la cosmética vegana los excluye. La denominación “cosmética vegana” no significa cosmética natural. Los componentes animales mencionados se sustituyen en muchas ocasiones en los productos veganos por componentes sintéticos. ¿Deseamos regresar a la cosmética basada en aceite mineral o apostamos por los poderes de la naturaleza?
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