La factura eléctrica sigue subiendo sin parar, y no se espera que esa tendencia varíe. Según el último estudio que presentó el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) cada español gastamos de media 990€ al año, en datos del 2011.
Con las recientes subidas de precios en 2012 la media habrá superado los 1.000€ per cápita. Lo sueldos, el que conserva el trabajo, se mantienen o disminuyen. Las necesidades eléctricas en nuestra sociedad ultratecnológica, no dejan de aumentar. ¿Hay posibilidades de cambiar esta sangría?
En el análisis del problema podemos ver en qué se producen los gastos más destacados:
1. Calefacción: media anual de 5.172 kWh
2. Electrodomésticos: 1.924 kWh
3. Agua caliente: 1.877 kWh
4. Cocina: 737 kWh
5. Iluminación: 410 kWh
6. Aire acondicionado: 170 kWh
Como vemos la calefacción se lleva más de la mitad del gasto, y eso que vivimos en un país Mediterráneo con un clima bastante benévolo. Este panorama nos lleva a optar por estar con el abrigo en casa, y usar dos mantas más al dormir, o plantearse un camino de eficiencia que nos permita ahorrar aprovechando las tecnologías y los recursos naturales.
Este era uno de los puntos de partida del Solar Decathlon Europe 2012, que se celebró en septiembre en la Casa de Campo de Madrid. Una competición universitaria internacional que impulsa la investigación en el desarrollo de viviendas eficientes. El objetivo de los equipos participantes es el diseño y construcción de casas que consuman la menor cantidad de recursos naturales, y produzcan un mínimo de residuos durante su ciclo de vida. Se hace especial hincapié en reducir el consumo de energía, y obtener toda la que sea necesaria a partir del sol.
El concurso mostraba 18 casas con soluciones inteligentes e innovadoras. Usando estructuras y materiales adecuados para poder controlar la temperatura dentro de la casa con un bajo consumo eléctrico. Además el uso de paneles solares les permitía generar recursos propios. El balance de estas viviendas durante el mes que han estado en funcionamiento ha sido que han producido 3 veces más energía de la que han consumido. Lo que aplicado a la vida real habría supuesto que sus propietarios en vez de pagar por la energía que consumen, habrían sacado beneficios.
Es evidente que los costes constructivos de estas viviendas son más elevados de lo que suele ser habitualmente, y que a la hora de abastecer bloques de edificios la complejidad técnica aumenta. Pero el hecho es que estos edificios inteligentes son posibles y nos permitirían mirar el futuro de nuestro día a día con optimismo. Pero para llegar a este punto las administraciones tienen que comprometerse en este cambio e impulsarlo. La sostenibilidad es rentable y es importante que todos nos convenzamos de ello.
Eduardo Moratalla