Científicos de Ecoflor advierten de que el problema del declive de las abejas no puede valorarse en términos exclusivamente económicos
La cadena norteamericana de supermercados ecológicos Whole Foods lanzó en el año 2013 una campaña para comunicar cómo afectaría la desaparición de las abejas a la variedad de la producción, a los alimentos que encontraríamos en los estantes…
La imagen tuvo mucho recorrido y el mensaje quedó en que las abejas de miel (honeybees) son las responsables de la polinización del 52% de los productos que se encuentran en el supermercado.
Tres años después de aquel mensaje, y de otros preocupantes que nos lanza periódicamente Greenpeace en la actualidad, nos llegan más informaciones que nos quieren hacer tomar conciencia del papel clave que tienen las abejas, no sólo las de miel, en el ecosistema y en la producción de alimentos.
Es el caso de la señal de advertencia que han lanzado más de una treintena de científicos del grupo de trabajo Ecoflor sobre ecología y evolución floral de la Asociación Española de Ecología Terrestre (AEET) . Estos expertos resaltan el riesgo que supone reducir el declive de las abejas a una sola especie. “El problema del declive de las abejas no afecta únicamente a la abeja de la miel y acotarlo a esta especie hace que el deterioro de la situación de una gran diversidad de abejas silvestres pase inadvertido”, según indican en un artículo publicado en la revista Quercus.
Los científicos firmantes señalan que, aunque esté demostrado el papel beneficioso que los polinizadores silvestres tienen para la producción agrícola, el problema del declive de las abejas no puede valorarse en términos exclusivamente económicos. En primer lugar, porque “estas especies son fundamentales para el funcionamiento y conservación de los ecosistemas más allá de los campos de cultivo” y segundo, porque “la mayoría de las abejas que están en peligro no contribuyen a polinizar cultivos, tan sólo unas pocas especies, las más resistentes, son capaces de prosperar en zonas agrícolas debido al fuerte impacto humano”, según recoge este artículo.
En definitiva, lo que pretenden con este artículo es reclamar un mayor rigor en la información sobre este complejo asunto y desmentir una serie de mitos para ayudar a enfocar el problema del declive de las abejas en toda su extensión y que en un futuro se puedan tomar decisiones más informadas, según explican.
No es un problema exclusivo de las abejas de la miel
Según informa este grupo de científicos, la abeja de la miel no es representativa de la mayoría de especies de abejas silvestres ya que tal y como apuntan “es de las pocas que forma grandes colonias sociales y que, además, ha sido domesticada por el ser humano desde hace milenios para la actividad apícola”. E indican que, especialmente, en nuestro país existe una enorme diversidad de especies de abejas silvestres: “España y toda la cuenca del Mediterráneo, es una de las áreas de mayor diversidad de especies de abejas silvestres, con más de 1.000 tipos de especies, muchas de ellas endémicas”.
Este artículo señala la importancia de abordar este problema desde un contexto más amplio y no como un peligro que afecta únicamente a la abeja de la miel y a la producción agrícola, y advierten de que “si no es así, estaremos dejando de lado a las especies que más lo necesitan y valores sumamente importantes como la conservación de la biodiversidad”. Y añaden que, desde un punto de vista exclusivamente utilitario, ha quedado demostrado que los beneficios de los polinizadores silvestres a la producción agrícola son complementarios a los de la abeja de la miel, así que “sí queremos optimizar la producción de frutos necesitaremos que exista una cierta diversidad de especies ya que, por ejemplo, la abeja de la miel no es buena polinizadora de cultivos como el tomate”, puntualizan.
No todas las abejas de la miel morirán
Pese a que la mortalidad de abejas de la miel ha aumentado de forma preocupante, los investigadores señalan que su número a escala mundial es estable o está creciendo debido principalmente al aumento de la actividad apícola. Por tanto, según señalan “por ahora, la desaparición de las abejas de la miel es improbable y sus números actuales responden más a factores socioeconómicos que ecológicos pero, sin embargo, otras poblaciones de abejas silvestres si que tienen un futuro más incierto”. Apuntan a que, ante los cambios inducidos por el hombre, muchas de las especies “perdedoras” quedarán reducidas a pequeñas poblaciones o incluso se extinguirán y que, solo las pocas especies “ganadoras” podrán afrontar estos cambios y adaptarse a vivir en ambientes antropizados.
No hay una sola causa
“El problema más evidente es la destrucción del hábitat”. Según destacan, más del 40% de la superficie terrestre se encuentra modificada directamente por la acción del ser humano y muchas especies de abejas silvestres no pueden obtener recursos o se ven afectadas negativamente por el grado de modificación de éstos. Por otro lado, las abejas se están viendo perjudicadas por el uso de insecticidas que afectan a su organismo, así como por los herbicidas que contribuyen a reducir la cantidad de alimento disponible en forma de “malas” hierbas. También nombran la introducción de especies exóticas como uno de los problemas que ha contribuido a la introducción de nuevas enfermedades, “los patógenos exóticos más estudiados atacan a la abeja de la miel, sin embargo, conocemos muy poco de cuáles afectan a otras abejas silvestres”.
Otro hecho perjudicial para las abejas es el cambio climático que está “provocando que algunas especies de abejas hayan empezado a migrar en altura o en latitud cuando la temperatura no es adecuada para su desarrollo”, apuntan. Según destacan, otra amenaza más sutil, es la expansión de la apicultura, “hay múltiples evidencias de que los ambientes de sobreexplotación apícola sustentan una menor diversidad de especies de polinizadores”. Insisten en que es preciso regular esta actividad, especialmente en los espacios protegidos ya que “desgraciadamente, la abeja de la miel y su aprovechamiento no es una actividad amigable con el medio ambiente, porque convertida en una industria, lleva consigo costes ambientales que cada vez están siendo más evidentes”.
No hay una única solución
Según indican, “dado que son varios los problemas” también existen varias soluciones. Si queremos recuperar la salud de las abejas de la miel “necesitamos mejores prácticas apícolas, como regular su transporte y alimentación, necesitamos conocer la epidemiología de sus enfermedades y la interacción con los plaguicidas a los que están expuestas”, explican. Si lo que queremos es incrementar la polinización de nuestros cultivos, apuntan que “no basta con poner más abejas de la miel sino todo lo contrario”, ya que el aumento de abejas de la miel puede ser perjudicial y contribuir al declive de las especies silvestres. Proponen que para conservar las abejas silvestres raras y amenazadas, “necesitaremos conservar sus hábitats y las plantas de las que dependen”. Por citar algunos ejemplos, este grupo de científicos propone reducir el uso de plaguicidas, crear paisajes más heterogéneos, campos de cultivo más pequeños y más elementos semi-naturales como setos, bandas florales y “malas” hierbas. “Si mantenemos los jardines urbanos o peri-urbanos biodiversos con flores nativas que florezcan durante todo el año estos pueden convertirse fácilmente en paraísos para las abejas silvestres”, concluyen.
Entrevista en Cadena SER
Para que nos hable acerca de este tema hemos entrevistado a Ignasi Bartomeus, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y miembro de la Asociación Española de Ecología Terrestre (AEET). Contestará a las preguntas que realizamos en nuestro espacio habitual en el programa Hoy por hoy en SER Madrid Norte / SER Madrid Sur.
Escucha la entrevista de Nacho López Llandrés, director del programa y de Antonio Quilis Sanz, director de El Mundo Ecológico.
El Mundo Ecológico / AEET / Ecoflor